Por: J.E. MejÃa Uclés
Proponerse las ideas más radicales en democracia, como aquellos que él comunismo, el socialismo y ahora de nueva cuenta el populismo tratan de implantar, el colectivismo, el estatismo y la mal llamada reelección, prometiendo lo que unos y otros no han podido alcanzar a sabiendas de que la Constitución la regula: que es un sistema capaz de armonizar las igualdad, la libertad, la justicia social y la prosperidad. Una norma que defienda el individualismo, la empresa privada y el mercado.
En Camino de Servidumbre, Friedrich August von Hayek: expuso que la planificación centralizada de la economÃa socava de manera inevitable los cimientos de la democracia, haciendo del fascismo, el comunismo y el populismo expresiones de un mismo fenómeno, el totalitarismo, cuyos virus contaminan a todo régimen, aún el de apariencia más libre, que pretende controlar el funcionamiento de los mercados. Enfatizaba Hayek, que sin un orden legal, estricto y eficiente que garantice la propiedad privada el respeto de los contratos y un poder judicial honesto, capaz e independiente del poder polÃtico, no era posible la democracia y sobre todo vivir en libertad.
El liberalismo consiste en la existencia de un consenso respecto a unas reglas de juego que privilegian siempre al consumidor sobre el productor, al productor sobre él burócrata. Al individuo frente al Estado. El Socialismo, de querer organizar la vida de la comunidad, imponer el igualitarismo y uniformar al todo social en una ideologÃa, cultura o religión. En La Fatal Arrogancia (1989), manifestaba su concepción de cómo los seres humanos a lo largo de su milenaria historia han ido cambiando el ambiente en que vivÃan y al mismo tiempo transformándose ellos mismos hasta alcanzar, en nuestros dÃas, la civilización, que según el Maestro, quiere decir libertad, legalidad, individualismo, propiedad privada, mercado libre, derechos humanos, convivencia y paz.
La ingenierÃa social, o la pretensión de elaborar intelectualmente un modelo económico y polÃtico y querer implantarlo en la realidad, o sea el post-marxismo, que solo es posible mediante la fuerza, que degenera en dictadura, y que la historia nos ha demostrado que fracasan en todo los casos en que se han intentado. El efecto práctico de esta creencia es la planificación económica y el dirigismo estatista, un sistema que, para imponerse, necesita la abolición de la libertad, de la propiedad privada, del respeto de los contratos, de la independencia de la justicia y la limitación de la libre iniciativa individual. El resultado es la ineficacia productiva, la corrupción y el despotismo. Ya lo hemos visto en el fenómeno de la corrupción que ha penetrado en el seno de las instituciones. Es el caso de la justicia, propensa a casos de corrupción o influencia del poder. Esto también ha repercutido en las empresas públicas y privadas, y en el funcionamiento del mercado, que no sólo se ha visto afectado por la intervención del estado, sino por el tráfico de influencias que favorecen a determinadas empresas o particulares gracias al poder económico o polÃtico de que disponen. La moral pública, se ha puesto en mal predicado debido al apetito de lucro, que prima sobre todos los valores y que lleva a particulares y empresas a jugar sucio, violentando asà las leyes de la libre competencia. La crisis bancarÃa del 2008 es una prueba de los que venimos explicando.
Uno de los temas que el Maestro, no analizo es la corrupción, uno de los fenómenos que qué más ha debilitado el Estado de Derecho y por ende el funcionamiento de la democracia. El crecimiento cuantitativo del Estado facilita la corrupción, asà como también la falta de valores morales. La codicia.
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