(EFE).- Las alianzas políticas entre dos de las principales fuerzas de oposición de al menos las dos ciudades más importantes de Honduras suponen para algunos analistas la salida del poder del gobernante Partido Nacional, después de tres períodos consecutivos de mandato.
La principal alianza la conformaron el 13 de octubre la candidata presidencial del Partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, y el líder de la Unión Nacional Opositora de Honduras (Unoh), Salvador Nasralla, quien declinó a su candidatura para presidente en las elecciones generales del 28 de noviembre próximo.
Ambos políticos, por separado, perdieron las elecciones de 2013 y, en otra alianza, las de 2017, con Nasralla como candidato a la presidencia. En los dos comicios, los dos políticos adujeron haber sido víctimas de un «fraude» fraguado por el Partido Nacional, que gobierna desde el 27 de enero de 2010.
NUEVA ALIANZA, UNA BOCANADA DE OXÍGENO PARA LA OPOSICIÓN
El analista Raúl Pineda dijo a Efe que el acuerdo entre Libre y la Unoh ha causado un «impacto psicológico en el Partido Nacional y el fervor ha despertado en los miembros de la alianza, lo que cambia el panorama político».
«Hasta antes de la alianza, Libre tenía posibilidades muy remotas de ganar la presidencia en función de la capacidad organizativa y los recursos del Partido Nacional, pero hoy que se da la alianza hemos visto que esto fue como una bocanada de oxígeno que revitalizó las expectativas de la oposición», subrayó Pineda.
En su opinión, el Partido Nacional cometió «errores muy graves» como la pérdida del control del Consejo Supremo Electoral, que pudieron haber manejado o controlado en el Congreso Nacional.
Además, el hecho de haberle generado problemas a Salvador Nasralla, «bloqueándole el financiamiento con instituciones bancarias» para financiar su campaña, lo convirtió en un verdadero generador de la alianza con Xiomara Castro.
Pineda coincide con otros analistas en que el Partido Nacional podría ser sacado del poder por medio de la alianza entre Libre y la Unoh, aunque recordó que, «de buena o mala manera», ya ha vencido a la misma alianza (en 2017).
Añadió que aunque la «coalición opositora» fue beneficiosa para Libre y la Unoh, «no todo está dicho todavía».
El analista considera que hay puntos claros, como el de que «la gente no va a votar por candidatos, va a votar porque se vaya el Gobierno», en un país que en 40 años de haber retornado al orden constitucional «la democracia no ha hecho mucho y ese desencanto genera una actitud de rechazo a lo establecido», como ha ocurrido en Perú, por ejemplo.
MUCHOS HONDUREÑOS APUESTAN A VOTAR MÁS POR DIPUTADOS
Además, ahora la gente no vota como hace 20 años, valorando que los candidatos tengan un acervo académico sólido, o si es un intelectual, «hoy la gente está votando visceralmente, emocionalmente, contra un sistema que no le dio lo que le prometió».
En ese sentido, las posibilidades del Partido Nacional como parte del sistema que se ha nutrido de los errores y la debilidad de la oposición hoy se miran muy precarizadas porque está enfrentando una oposición unida», agregó Pineda, exdiputado del Parlamento hondureño y del Centroamericano.
El Partido Nacional, según Pineda, también enfrenta el desgaste natural en el ejercicio del poder durante doce años y un actitud en la que la gente quiere que el Gobierno que preside Juan Orlando Hernández desde el 27 de enero de 2014 se vaya, y el hecho de que su candidato presidencial, Nasry Asfura, «no ha marcado un abismo entre él y el presidente».
También sucede que mucha gente ve a Asfura como «una prolongación del presidente de la República» (Hernández), lo que alimenta las posibilidades de que el Partido Nacional pudiera ganar las elecciones de noviembre, «pero después de la alianza se han disminuido sustancialmente», señaló el analista.
Pineda cree además, coincidiendo con otros sectores, que muchos hondureños quizá no voten tanto para escoger al nuevo presidente de Honduras que asumirá el 27 de enero de 2022, pero sí para diputados, con la idea de que el Parlamento no sea controlado por el Ejecutivo.
«Vamos a un modelo de gobierno muy complejo, lo único cierto es que el presidente del Congreso muy probablemente no corresponda a la línea política del presidente de la República, porque los actores de oposición van a ser mayoría en este caso. El Congreso ahora puede ser un elemento de equilibrio o desestabilizador de la acción del Gobierno», indicó Pineda.