Radio América. De conformidad a las diferentes publicaciones elaboradas por organismos multilaterales el año 2020 no será uno de grandes crecimientos, especialmente en la región de América Latina y el Caribe, pero no será peor que el proyectado para el año recién finalizado. En el caso de América del Sur, las economías de los países que tienen el mayor peso como ser Argentina, Brasil y México tuvieron un 2019 para el olvido, incidiendo para que el promedio de crecimiento de esa región pasara de 1.1% en 2018 a sólo 0.1% en 2019 y un pronóstico de 1.6% para 2020.
Detrás de este comportamiento se encuentra el desplome que han tenido los precios de las materias primas, lo que ha hecho que dicha región se encuentre en una etapa de bajo desempeño y creciendo más lentamente que otros mercados emergentes, e incluso de economías avanzadas mucho más ricas.
Según algunos analistas, durante la bonanza de las materias primas los países llegaron a un alto nivel de gasto público y ahora que los precios se han ajustado, se han visto obligados a tomar medidas de ajuste fiscal para recortar dicho gasto, que obviamente no son fáciles de implantar y además, sin provocar reacciones negativas de la población. De hecho y como lo hemos visto, en algunos países se han producido turbulencias sociales y políticas.
Pero también, y de forma inexplicable, se han producido tensiones sociales en países que han resistido mejor los ajustes de la economía, como ser Colombia y Chile. Los ciudadanos han salido a la calle a exigir mejoras en los servicios que presta el Estado y medidas concretas para reducir la desigualdad y aumentar la inclusión social. Según la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, dicha región ha llegado a un máximo en el número de desocupados alcanzando 25.2 millones de personas, lo cual viene a agregar a las tensiones que ya se experimentan. Por diversas razones, la ola de protestas se ha extendido a Ecuador y Bolivia, donde las personas se han manifestado en contra de sus gobiernos.
Según the Economist Intelligence Unit, aunque existen pocos cosas en común entre las manifestaciones populares, el hilo conductor es la ardua adaptación a la finalización del boom de las materias primas, que le dio un gran impulso económico a la región hasta el 2013 y las medidas de austeridad para re balancear el gasto público, en un contexto de estancamiento económico. Además, se anticipa la posibilidad de que 2020 sea otro año de manifestaciones públicas, buscando obtener más concesiones de parte de los gobiernos.
Visto lo anterior, en Honduras es importante que aprendamos la lección y tomemos las medidas para evitar lo que está sucediendo en América del Sur. Estamos viendo como la válvula de escape que ha sido la migración hacia Estados Unidos se está cerrando. Los políticos deben darse cuenta que Honduras necesita estabilidad, tranquilidad y armonía, para atraer inversión y generar empleo y un Estado de Derecho que garantice la correcta aplicación de la ley y la libre competencia. Las personas necesitan tener una esperanza de que su vida y la de sus hijos tienen posibilidades de mejorar y si la pierden, cualquier cosa puede suceder. Actuemos antes que sea tarde.