UNIVISION Y AP. La odisea de esta niña, dejada por su padre junto a un grupo de migrantes, ilustra los extremos del problema que actualmente se registra en la zona fronteriza entre México y EEUU. Casi 9,500 menores llegaron a la frontera en febrero, un 60% más que en el mes previo.
Salió de Honduras junto a su padre con quien estuvo viajando en autobús por México durante 22 días. La idea de su papá era llegar cerca de la frontera con Estados Unidos y dejar a la pequeña de 7 años en manos de un joven que la ayudaría a cruzar el río Bravo para llegar a Texas.
“Me dijo que siguiese sola y que me cuidase”, contó luego la pequeña a un periodista de la agencia de noticias The Associated Press (AP), cuyo nombre no revela la agencia; tampoco el de su padre.
Su odisea ilustra los extremos a los que llegan los padres para que sus hijos puedan llegar a Estados Unidos, incluso si esto significa que los dejarán solos en la parte más peligrosa del trayecto.
No está claro qué sucedió con el hombre que cruzaría a la niña a EEUU, pero lo cierto es que se unió a un grupo que se dirigía a la frontera y se fue con ellos. Caminaron un domingo por la noche por el valle del río Bravo. Las temperaturas bajaron a cerca de 55 Fahrenheit (10 grados centígrados).
Llevaba una chaqueta amarilla con dibujos animados de trenes y un tapabocas negro para protegerse del covid-19. Estaba decidida a mantener el paso de los otros migrantes que se dirigían a la frontera.
«Es muy valiente»
La pequeña finalmente pudo llegar a Estados Unidos. Otra migrante hondureña, Fernanda Solís, de 25 años, dijo a AP que la encontró llorando en un camino de tierra al norte del río Bravo después de la medianoche, mientras un helicóptero sobrevolaba la zona y los agentes fronterizos les hablaban a los migrantes por un altavoz.
Solís trató de consolar a la pequeña, que tenía frío, hambre y sed. Le dijo que caminarían juntas y se entregarían a los agentes de la Patrulla Fronteriza, para luego pedir asilo.
La niña fue ganando confianza mientras caminaban por una ruta muy usada por los migrantes centroamericanos. Respondía preguntas con soltura. Dijo que cumplirá ocho años el mes que viene, que debería estar en el tercer grado, pero no pudo completar el segundo por la pandemia.
En Estados Unidos la menor solo conoce a un familiar que vive en Carolina del Sur.
“Es una niña muy valiente”, dijo Solís.
La pequeña comentó que el padre no tenía dinero como para cruzar la frontera con ella.
“Perdió su empleo”, señaló.
El segundo intento
Solís dijo que la niña le comentó que el padre había tratado de cruzar la frontera con ella hacía poco, pero que fueron expulsados y enviados a Reynosa, México, debido a las medidas especiales que tomó el gobierno de Donald Trump durante la pandemia.
“La niña me dijo que trataron de cruzar juntos, pero que los devolvieron. Esta vez él la mandó a ella sola para que se entregase” a las autoridades, expresó Solís.
En noviembre un juez federal suspendió las expulsiones de menores no acompañados. Para entonces el gobierno de Trump había expulsado al menos a 8,800 menores. Un tribunal de apelación integrado por tres jueces designados por Trump dictaminó en enero que se podían reanudar las expulsiones, pero Biden decidió entregar a los menores a parientes que viven en Estados Unidos, con citas para presentarse en tribunales de inmigración.
La niña hondureña se entregó al servicio de Aduanas y Protección Fronteriza. La agencia no respondió a pedidos de información acerca de lo que sucedió con ella.
Historia popular en la frontera
Decisiones como la del padre de la niña hondureña plantean un serio dilema al gobierno de Joe Biden, que trata de restablecer un sistema de asilos ordenado. En sus esfuerzos por actuar con mayor humanidad para proteger a los menores que viajan solos, se corre el peligro de poner más niños en situaciones peligrosas.
Este mismo miércoles, representantes de los gobiernos de Estados Unidos y México se reunieron para revisar la situación de la frontera entre ambos países y controlar la inmigración irregular que proviene principalmente de los países del denominado Triángulo Norte ( El Salvador, Guatemala y Honduras).
La embajadora Roberta Jacobson, coordinadora de la Casa Blanca para la frontera sur, y Juan González, encargado de los asuntos latinoamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC), sostuvieron una reunión con el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrad, Ebrad «para impulsar mecanismos de cooperación que promuevan una migración ordenada, segura y regular en la región”.
La cancillería mexicana dijo en un mensaje difundido por Twitter que se “discutieron mecanismos para proteger los derechos humanos de las personas migrantes y, especialmente, de los menores de edad”.
Casi 9,500 menores llegaron a la frontera en febrero, un 60% más que en el mes previo, reportó la AP. El gobierno intenta contar con nuevas instalaciones para alojarlos y por acelerar los procesos para ubicarlos con parientes que viven en Estados Unidos.
La municipalidad de San Diego dijo el lunes que usaría su centro de convenciones para albergar a niños migrantes por un promedio de entre 30 y 35 días.
Los adultos que viajan solos son casi siempre expulsados, mientras que las familias a veces son enviadas de vuelta a México y otras se les permite permanecer en el país para solicitar asilo.
La historia de esta pequeña historia se hizo muy popular en la frontera. El domingo un salvadoreño se acercó a un periodista y le preguntó si su hija de 13 años podría quedarse en Estados Unidos si cruzaba la frontera sola.
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