Por Mario E. Fumero: Nos ha sorprendido la noticia de la muerte del pastor Mario Tomás Barahona, el cual ha sido un pastor que, en su deseo y aspiración de mejorar Hondura, tomó el camino de la política, y aunque nos confrontamos ideológicamente varias veces sobre el tema político, recibí con tristeza la noticia de su muerte, porque, aunque no compartíamos las mismas ideas en el área social y política, en lo teológico sí estábamos de acuerdo. Siempre le guardé respeto, porque actuaba de forma sincera, y él estaba convencido de que podía cambiar las cosas desde una plataforma política, por medio de la cual la iglesia podía influenciar en el Congreso.
Era un hombre con convicciones profundas en lo que creía, y su punto de vista frente a la COVID-19 era muy parecido a la de algunos pastores que niegan su existencia. Tristemente por ignorar esta realidad sufrió los estragos de la COVID-19 el cual, al bajar la guardia y no darle importancia a este flagelo, tristemente acabó con su vida. Él mantenía el discurso de que la COVID-19 era solo un catarro fuerte, y no tomó las precauciones del caso. Como él hay muchos pastores, afirman que la vacuna es el sello de la bestia, pero esto no es cierto, el sello de la bestia tiene que ver con economía y finanzas, y nada tiene que ver con la pandemia, y aunque al respecto hay muchos comentarios, no podemos negar que la COVID-19 es una realidad que nos pone en peligro, aun con la vacuna. Mario Tomás se contagió, y no cuidó sus factores de salud, lo cual tristemente le llevó a un deterioro progresivo que le condujo al encuentro con Dios.
Lamentamos su muerte que produce luto en el pastorado hondureño, porque él luchaba por Honduras a su manera, pero de esta tragedia debemos captar un mensaje positivo cuando tenemos posturas radicales respecto a una enfermedad, no ignoremos que la COVID-19 mata. Aunque es cierto que hay muchas teorías sobre la COVID-19 y la vacuna, y muchos pastores actúan ignorando esto, por razones de obediencia debemos de observar las mínimas medidas de seguridad para evitar su proliferación.
Reconozco que la vacuna, más que vacuna, es un paliativo para evitar que al atacarlo la enfermedad no conduzca a la muerte, pero también considero que es imprudente no acatar las normas de salud establecidas por los organismos internacionales, y aunque no estemos de acuerdo con algunas de esas medidas, por razón de obediencia a la palabra de Dios deberíamos de acatarla. Hoy hemos perdido un gran líder, y sentimos la partida no solamente del pastor Mario Tomás Barahona sino de otros muchos pastores que por tratar de servir a Dios y no tomar precaución, tristemente partieron al encuentro con Dios.
Aprendamos la lección, la COVID-19 es una realidad, su poder de matar es tremendo, no importa si eres rico o pobre, pastor o sacerdote, creyente o incrédulo, y si no mantenemos las medidas de seguridad y cuidamos nuestra defensa inmunológica, simplemente seremos devorados por este minúsculo virus, que tiene el poder de infiltrarse y destruir la vida de millones de habitantes del planeta. Fortaleza a su familia e iglesia, y nosotros cuidémonos para que no lleguemos al cielo antes de tiempo.