En Valle de Ángeles, a casi 48 minutos al este de la capital, se encuentra “Las Golondrinas” una cascada acompañada de un fresco sendero, que ha atraído a varias personas en estos últimos meses de lo que va del año.
Muchos capitalinos y personas que viven en zonas aledañas a Valle de Ángeles se han lanzado a esta caminata para disfrutar el aire puro, la calma, el sonido de las aves y la naturaleza junto a otras maravillas que se encuentran en el camino.
A la vista de muchos sobran los paisajes dignos de excelentes fotografías, como en el páramo donde la tierra es entre amarilla, anaranjada y tonos grisáceos difuminándose en partiduras de tierra; colores que se deben, según los pobladores, a que las mineras tiraban sus desperdicios en ese lugar y luego los químicos hicieron lo suyo jugueteando con los colores.
En el camino hacia la cascada también se observan pequeñas “cuevas” o bóvedas en el que los mineros guardaban sus utensilios y explosivos. Si ponen mucha atención, dentro de estos pequeños espacios se pueden apreciar lienzos artísticos, con frases realmente inspiradoras y adornados
Nuevas especies creadas por los humanos
Estos tiempos de COVID-19 y el encierro han hecho que una buena cantidad de personas hicieran turismo local, lo que trajo visitantes al lugar. Fruto de ello ha sido el brote de nuevas especies dentro del sendero. Entre las plantas y entre las pequeñas corrientes de agua se pueden encontrar estos nuevos habitantes de Las Golondrinas, que vienen en variedad de colores, tamaños y marcas… lástima que muchos no se fijen ya que se dejan llevar por los pintoresca flora y fauna del lugar.
Para una mejor descripción, esta especia está en todo el sendero, en las orillas de la cascada, en zonas donde la actividad humana fue notoria, de hecho, al caminar o practicar ciclismo se debería de tener cuidado ya que pueden pasar sobre ellos o despojarlos de su hábitat natural.
Una gran mayoría de los visitantes sólo quieren ir por la fotografía en la cascada o por tener algo para presumir en sus redes sociales, pero son unos cuantos los que han dado atención a estos nuevos residentes. Convenientemente los que han llegado a verles los dejan ahí sin ahuyentarles o sin distorsionar su entorno, así las demás personas que lleguen no se perderán de este atrayente turístico que también tiene el sendero.
Si han ido al lugar y quieren regresar sólo por comprobar su existencia, no se preocupe, aquí les dejamos fotografías de la nueva adquisición de Las Golondrinas.
Luego de recorrer todo el camino hasta llegar a la cascada, siguiendo el rastro de estas nuevas criaturas, se puede posar para la foto, subir esas lindas descripciones de “amo la naturaleza” e invitar a más personas a visitar el lugar turístico al que más de alguno aún no conoce, incitándolos a abrirse a esta oportunidad de amar y conocer la naturaleza.
Una marca descarada
Cada día el sendero hacia Las Golondrinas recibe varios visitantes, sobre todo los fines de semana, cuando se pueden contar hasta más de 50 carros estacionados al lado contrario de donde se inicia la caminata.
Ese hermoso lugar ofrece un paisaje para subir a las redes sociales, aire tan fresco y puro del que no se goza en muchas áreas urbanas; la cascada permite refrescarse en ella y en sus corrientes que son guías en el camino. Y al estar sendero alejado de la casa de ciudadanos, se opta por llevar sus alimentos, golosinas y bebidas para pasar un momento grato con amistades, amantes o familiares, dispuestos a salir de la realidad, pero al mismo tiempo dejar una marca de que visitaron ese lugar, sus botellas, envolturas, plásticos y hasta queman la basura sin importar el rastro que queda.
A cambio de tanto que nos brinda la naturaleza, los que le visitan de una manera provechosa, ya han dejado su huella en ese lugar, esa descarada marca de que ya se estuvo ahí, alterando sus alrededores e irrespetando el hogar de otros seres vivos.
Y es ahí donde se debe señalar el gran daño que se causa en estas riquezas naturales cuando son popularizadas y se ven sometidas a las costumbres humanas de obtener riquezas, explotarlas y luego dejarlas en el olvido; eso mismo sufriría Las Golondrinas, se va a casa con plantas para adornar el hogar, postales para presumir, las energías recargadas y gozar de un clima agradable y en retorno se deja el lugar damnificado.
¡CUIDEMOS LO QUE QUEDA DE NUESTROS BOSQUES, ÁREAS VERDES Y reservas vegetales y animales de nuestro país!