De los 22 jugadores presentes en el terreno del primer juego de la gran final del fútbol de Honduras, ninguno tuvo tanto protagonismo como el motagüense Marcelo Pereira.
Su primera intervención fue anotando el 1-1 con su cara, dándole a Motagua un empate que fue fundamental porque frenó el ímpetu de Olimpia y les dio confianza para remontar.
Nuevamente marcó para adelantar a Motagua y dejar muy golpeado a un Olimpia que no pudo volver a encontrar su mejor fútbol.
Finalmente anotó en propia puerta el 2-2 a final en su intento por despejar un centro de Jerry Bengtson, dejando todo abierto para el juego de vuelta.