Muchas personas justifican que la avaricia y la voracidad por acaparar riquezas son parte de la naturaleza humana. Sin embargo, diversos estudios realizados por universidades de prestigio han logrado evidenciar la importancia de la cooperación y la compasión en la historia evolutiva de la humanidad, en lugar de, como piensan muchos, la idea de una «selección natural», equivalente a sálvese quien pueda. Estos estudios han demostrado que la supervivencia humana ha estado fundamentada en la predisposición del ser humano a la colaboración, el altruismo y la solidaridad, y así mismo también se ha evidenciado que entre más riquezas posee la persona más se desata su ambición de tener más, aunque sea a expensas de los demás. El pobre, por su misma condición, tiende a ser más proclive a ser solidario y compasivo.
Fundamentado en lo anterior, pareciera que en nuestro país los dirigentes políticos son fieles creyentes de que en Honduras todo es escaso y que, por lo tanto, ellos tienen que acaparar todo lo que puedan, utilizando una estrategia que a la larga solo provoca resentimientos, mayor pobreza, desigualdad y polarización. Precisamente por ese afán de acaparamiento, los políticos y los partidos políticos, de los que ellos se han apoderado, han dejado de representar a los ciudadanos y la falta de credibilidad y transparencia, ha acrecentado este sentimiento de desconfianza hacia la clase política.
Aunado a lo anterior, también se ha acentuado entre la población el convencimiento que la mayoría de los políticos son corruptos, lo cual contribuye a ampliar aún más la brecha de credibilidad entre los partidos y los ciudadanos. A lo anterior tenemos que agregar el convencimiento, casi generalizado, de la falta de institucionalidad que prevalece en el país, debido a que la mayoría de las instituciones han sido copadas por el poder político, por lo que no existe la independencia de poderes ni una aplicación objetiva e imparcial de la justicia.
Dada la actual situación sanitaria y económica y los retos que nos esperan hacia adelante, es urgente que haya una transformación integral que permita que los partidos políticos vuelvan a representar genuinamente a los ciudadanos, que la democracia sea practicada en términos reales y que la transparencia en el accionar de todos los sectores, público y privado, sea la norma y no la excepción. Al mismo tiempo tiene que haber un cambio en nuestra mentalidad y en nuestra forma de actuar y en lugar de pensar que todo es escaso debemos pensar que con el trabajo y esfuerzos de todos, lograremos generar lo suficiente para que todos los hondureños podamos vivir en forma decorosa y en paz. En otras palabras, una estrategia ganar-ganar.
El fortalecimiento de la confianza entre todos es imprescindible para lograr que todos nos unamos para iniciar un proceso de reactivación y de transformación de nuestra economía, buscando el bienestar general. Es por lo tanto urgente que consolidemos un marco institucional donde prevalezca el imperio de la ley y la independencia de poderes, para que así la inversión privada, nacional y extranjera, pueda complementar los esfuerzos para la reactivación y transformación de nuestra economía. Nos espera un largo camino.
Por: Arturo Alvarado Sánchez