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El Triángulo del Norte

El Triángulo del Norte

Por: Arturo Alvarado Sánchez

La reciente visita de la vicepresidenta de los Estados Unidos Kamala Harris a Guatemala y México ha puesto a los países del Triángulo del Norte y el problema de la migración ilegal en el tapete de las discusiones, tratando de encontrar una solución que sea de beneficio para todos.

Se ha anunciado un paquete de apoyo económico para impulsar iniciativas que mejoren las condiciones de vida de los pobladores de estos países, como una de las alternativas de solución. Sin embargo, los tres países dependen, tanto desde el punto de vista de su estabilidad externa como social, de las remesas que envían los migrantes, las cuales en conjunto ascienden a más de US$25,000 millones, una suma impresionante. Estas remesas no solo contribuyen a financiar el consumo de miles de familias pobres sino que también gran parte de las importaciones de los países receptores, reduciendo significativamente el déficit de la balanza comercial.

La realidad es que la tarea es realmente retadora y la solución no dependerá únicamente de recursos financieros.  La mayoría de los expertos en el tema coinciden en que la  ausencia de instituciones públicas, fuertes, transparentes es una de las causas fundamentales que motivan la migración, debido a la  corrupción e impunidad que ello genera.  Además, a esto se agrega las causales que son comunes a la migración mundial como ser la violencia, la falta de empleo, desastres naturales y deficiencias en los servicios públicos básicos para las personas de escasos recursos económicos.

En nuestro país, por ejemplo, un alto porcentaje de la población considera que la corrupción está generalizada y además existe una gran desconfianza hacia la clase política, a la que desafortunadamente califican como corrupta, que lo único que les interesa es asegurar un puesto público para su propio beneficio y el de sus allegados. Las miles de personas que están ansiosas por salir de Honduras no creen que la situación del país vaya a cambiar y consideran que su única oportunidad para mejorar su situación y la de su familia es  migrar, aun arriesgando su vida.

El Presidente Biden de los Estados Unidos ha condicionado la ayuda económica al Triángulo del Norte a la lucha contra la corrupción y al fortalecimiento de los sistemas de seguridad y judiciales. Dentro de las opciones que se están manejando se incluye la incorporación de organizaciones de la sociedad civil así como que se reciba el apoyo y se logre la participación de otros países y organismos internacionales, para que cualquier estrategia que sea consensuada pueda generar los beneficios esperados.

En cuanto a la lucha contra la corrupción habrá que evitar que se repitan los esfuerzos fallidos de la Comisión Internacional contra la Impunidad de Guatemala y la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad de Honduras, que abandonaron ambos países bajo la presión de políticos que vieron peligrar su modus vivendi.

Lo importante es lograr que los ciudadanos confíen en sus gobiernos, que las instituciones funcionen y se mejoren los servicios de salud y educación, así como generar oportunidades para obtener un empleo digno, como únicos disuasivos para cambiar la mentalidad de los que desean abandonar su país, motivados por la desesperanza y el miedo. Los hondureños no podemos ser simples actores pasivos.

 

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