Radio América (EFE). El alguacil del condado de Florida donde un adolescente hondureño bajo custodia de las autoridades migratorias de Estados Unidos murió la semana pasada dijo este martes que tenía un corte en la lengua que podría haberse hecho durante un ataque epiléptico.
Bob Gualteri, alguacil del condado Pinellas, señaló al canal 10 Tampa Bay que el informe de la autopsia de Ángel Eduardo Maradiaga Espinoza, de 17 años, aún no está terminado, pero que durante la investigación se halló ese indicio.
Maradiaga, que, según su familia, era epiléptico y había cruzado la frontera sin la compañía de un familiar o tutor, murió el 10 de mayo en un hospital, después de haber sido hallado inconsciente en el centro para migrantes menores no acompañados situado en Safety Harbor, una ciudad al oeste de Tampa (oeste de Florida).
Según dijo hoy el alguacil, el joven no informó al centro de que padecía epilepsia ni que tomaba un medicamento para tratarla.
Gualtieri agregó que un familiar que iba a encargarse de Maradiaga cuando saliera del centro sí advirtió de que padecía esa enfermedad en un informe que pasó inadvertido, según informó el canal televisivo.
El adolescente había llegado a Safety Harbor el viernes 5 de mayo, solamente dos días después de haber cruzado la frontera entre Estados Unidos y México y pasado a estar bajo control de las autoridades.
Su madre, Norma Maradiaga, dijo a 10 Tampa Bay este martes desde Olanchita (Honduras) que su hijo sufría epilepsia, pero que «estaba sano, estaba bien».
«Era fuerte porque todo lo que hacía era practicar deportes. Era un niño fuerte. No he recibido ninguna respuesta concreta sobre su muerte o lo que le sucedió. El centro no me lo ha dicho», dijo Norma Sarahy Maradiaga Espinoza al canal Local10.
El alguacil Gualtieri dijo hoy que la familia, específicamente un primo que vive en Tampa y fue su patrocinador, había advertido a los Servicios Comunitarios y Familiares Judíos de la Costa del Golfo (JFCS) sobre la epilepsia del adolescente y su susceptibilidad a las convulsiones.
Los agentes descubrieron que JFCS había cargado los registros médicos de Ángel en su sistema, pero el personal del centro nunca los revisó, lo que significa que no estaban al tanto de su epilepsia o posibles convulsiones, de acuerdo con el canal.
Según la madre del adolescente, su hijo había salido de su casa con un suministro de su medicamento para tres meses y lo tenía cuando llegó a la frontera entre Estados Unidos y México el 3 de mayo.
«Se fue con su medicina en abril. La tenía consigo», dijo Maradiaga Espinoza.
Mientras esperan que concluya la autopsia, la familia del adolescente indicó que quieren que su cuerpo sea trasladado rápidamente de regreso a Honduras.
«Lo que necesito es que se lleven la mano al corazón y me den una respuesta rápida de todo lo que ha pasado porque necesito una explicación», dijo su madre.
El ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Eduardo Enrique Reina, pidió una «investigación exhaustiva» sobre la muerte del menor, al igual que lo hizo un grupo de congresistas republicanos encabezados por el senador Rick Scott en una carta dirigida al Gobierno de EE.UU.
«Tristemente nuestros niños menores no acompañados que migraron a los EE.UU se convirtieron en un negocio lucrativo para muchas empresas que custodian a los niños. Exigimos respuestas y una investigación de esta tragedia», señaló la Fundación 15 de Septiembre, que vela por la comunidad hondureña en EE.UU. EFE
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