Por: Edmundo Orellana
El gobierno inauguró oficialmente el mes de la patria practicando los rituales tradicionales en las oficinas estatales. Formas y formalidades, como siempre.
Mientras esto ocurre las redes de corrupción negocian la soberanía y el territorio nacional, continúan con el saqueo sistemático del erario, aumentan los dispositivos de protección para el trasiego de la droga, diversifican los mecanismos para lavar lo que proviene de la economía del crimen y conspiran contra la República, la democracia y el Estado de derecho.
La oposición, por su parte, está concentrada en su carrera hacia las elecciones, confiando en que vencerá el fraude. El gobierno, sin embargo, hace lo suyo. Anula la autonomía financiera del CNE, para, desde la presidencial, calificar la conveniencia y oportunidad del uso del presupuesto destinado al proceso electoral; amenaza con ampliar las mesas electorales para que el tráfico de credenciales le asegure mayoría en las mismas y decidir el ganador; e, inicia una campaña para indisponer a las Fuerzas Armadas con la oposición, propagando la mentira de que esta pretende eliminar esa institución. Así se hace patria, desde el gobierno.
Acciones muy concretas impulsadas desde el poder y apoyadas con el presupuesto nacional, los dos instrumentos que le permiten someter a quien convenga, sea mediante dinero o por la fuerza.
Las élites políticas jugando su rol. Las que están en el gobierno hacen lo que sea necesario para mantenerse en él; las que no están, quieren llegar y sustituir a las que están. Pregúntese usted, distinguido lector, ¿cambiarán las cosas de ganar la oposición?
¿Se evitará la entrega de la soberanía y el territorio a extranjeros aventureros? Para eliminar las ZEDE se necesita que 86 de los 128 diputados voten a favor. ¿Se logrará esta mayoría? Suponiendo que se logre, los que ya están operando podrían gozar de la protección que concede la ley, es decir, la seguridad de seguir operando por diez años más, después de la derogatoria de esas leyes. Dos períodos de gobierno y la mitad de otro.
¿Se eliminará el problema financiero de la ENEE? Solamente que dispongan de una varita mágica para desaparecerla. Porque hace mucho que esta entidad es de los acreedores. La deuda es multimillonaria y aumenta peligrosamente, anulando la autonomía financiera del Estado. Cuestión que se torna más amenazadora con la privatización del servicio, prevista en la ley vigente y en la iniciativa legislativa que valientemente ha denunciado el legislador Mauricio Villeda, por la que las hidroeléctricas, como El Cajón, podrían convertirse en activos de empresas particulares; denuncia ante la cual son indiferentes los diputados de la oposición, sumergidos en sus actividades proselitistas.
¿Se eliminará la corrupción? Para ello, debe derogarse la normativa que emitió el Congreso para favorecer la corrupción (como la ley de secretos) y proteger al corrupto (como el pacto de impunidad y Código Penal de la impunidad). Son muchas leyes y no a todos los diputados de la oposición conviene su derogatoria, particularmente a los investigados y a aquellos cuya candidatura contraviene la Constitución por estar inhabilitados por esta, como los representantes del gran capital, los contratistas y concesionarios del Estado. Además, deben seleccionar los titulares idóneos para el TSC, la Corte Suprema y el MP. De ahí, que se imponga la pregunta: ¿lo harán? Para responder habrá que contestar otra: ¿renunciarán los partidos a repartirse esos cargos entre sus activistas? Difícilmente, aunque son conscientes de que este es el factor dominante para garantizar la impunidad de los corruptos. “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”, sentencia Friedrich Shiller.
¿Se desmontará la estructura autoritaria creada por JOH? Para ello, el presidente que asuma el próximo 27 de enero, si es de la oposición, debe renunciar a las mieles del autoritarismo, promoviendo la derogación de las leyes que lo garantizan. Qué cree usted, curioso lector, ¿renunciará?
Y no somos los únicos. Vemos a nuestro alrededor y observamos situaciones muy parecidas, mientras crece la pobreza extrema, la desigualdad, la explotación y la represión. Pareciera que hoy tiene más vigencia que nunca aquella frase de El Libertador: “la única cosa que se puede hacer en América (Latina, agrego yo) es emigrar”.
Las denominadas “festividades patrias” continuarán, sin actos o desfiles cívicos por la pandemia, pero con un gran fervor en malversar el presupuesto y hacer más negocios ilícitos, mientras se preparan nuevas caravanas para emigrar hacia USA. Para cambiar radicalmente este infierno en el que viven millones de hondureños, comencemos diciendo con fuerza: ¡BASTA YA!
Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?