-En una bodega acondicionada como refugio, el hondureño Josué Solís recibió 2019 con el deseo de que en este nuevo año se concrete su sueño de hacer una vida en Estados Unidos.
«Llamarle a mi madre: ‘Ya estoy aquí adentro, madre’ (…) Yo quería darle ese regalo a mi madre pero no se pudo», contó a Xinhua el migrante.
Josué es uno de los cientos de centroamericanos que permanecen desde noviembre en la fronteriza ciudad de Tijuana aguardando entrar a Estados Unidos, tras llegar como parte de la caravana migrante que salió de Honduras el 13 de octubre y que se abultó en su avance.
Esperan cumplir sueño
También es uno de los 250 integrantes de esa inédita caravana que duerme en el albergue «Contra Viento y Marea», adaptado para ellos en una bodega cercana a la línea divisoria con el condado de San Diego, California.
Personas donaron alimentos para que los migrantes cenaran durante las festividades en ese refugio un guiso de pollo tradicional entre hondureños, como una manera de celebrar la Nochevieja y de recibir el Año Nuevo.
Pero Josué planteó dos razones por las que el gesto levanta poco el ánimo: la nostalgia de estar lejos de la familia en la festividad y la frustración de no encontrarse para esta fecha en suelo estadounidense, como planeaba.
«No es vida estar fuera de la casa o sin cumplir el sueño con el que veníamos», expresó.
Nostálgia
El grueso de los migrantes que permanecen en Tijuana a casi dos meses de que la caravana arribara a esa ciudad tras recorrer México se refugia en el albergue de El Barretal, habilitado por el gobierno mexicano.
Alrededor de 1,400 centroamericanos recibieron el Año Nuevo en esas instalaciones acondicionadas con cocinas, hospital móvil y dos grandes carpas, según estimaciones de las autoridades mexicanas.
En los primeros días de diciembre había más de 6,000 hondureños, salvadoreños y guatemaltecos en la ciudad de la esquina noroeste de México, muchos de ellos con la intención de pedir asilo a Estados Unidos, un trámite que ante la demanda tarda varios meses en iniciarse.
Miles de ellos ya no están en la ciudad porque intentaron entrar irregularmente a Estados Unidos, se entregaron a la Patrulla Fronteriza u optaron por regresar a sus países, según han dicho las autoridades.
Duro camino
Como ejemplo, la prensa de Tijuana reportó que en los primeros minutos del 1 de enero un grupo de unos 150 migrantes intentó cruzar la valla que separa la ciudad de San Diego sin éxito porque agentes estadounidenses los inhibieron y detuvieron a una veintena de ellos.
Los migrantes que permanecen en la ciudad renuevan esperanzas con la llegada de 2019, aunque sea en medio del frío clima al que no están acostumbrados y de una atmósfera de nostalgia en los dos albergues que los cobijan.
«Aquí estamos a un pasito, el último pero el más costoso. La única meta es cruzar, que Dios nos guarde ahí, no sabe uno lo que viene», agregó Josué.
La temporada navideña, una época que se distingue por las reuniones familiares, resultó difícil para muchos de los migrantes que dejaron sus países huyendo de la pobreza y la inseguridad.
Activistas y habitantes de Tijuana buscaron producir sonrisas en El Barretal llevando en los días pasados juguetes a los niños, piñatas con las que organizaron las tradicionales fiestas mexicanas de posadas y alimentos para cocinar una cena especial de Navidad.
«Fue algo sorprendente para nosotros ver cómo en ocasiones no era necesaria nuestra ayuda porque se volcó la población a ayudar», dijo a Xinhua la miembro del ciudadano Comité Estratégico de Ayuda Humanitaria, Gabriela Posada.
La activista, una de varias mujeres que conforman el comité que organiza apoyos de la sociedad civil, expuso que incluso habitantes de San Diego y Los Ángeles viajaron en sus vacaciones a Tijuana para apoyar como voluntarios en labores humanitarias.
Mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, continúa planteando casi a diario su intención de construir un muro en la frontera común para frenar la migración irregular, sin embargo el Congreso de ese país no ha autorizado los fondos para la obra.