Radio América – La Iglesia Católica hondureña fustigó este jueves el conflicto actual del país relacionado con el sistema de salud y educación pública, servicios públicos, cuestionando a su vez a los poderes del Estado, el nuevo Código Penal y la violación a la Constitución de la República.
Los obispos de la Conferencia Episcopal señalan que las crisis en el país han sido manejadas con ineficiencia, y de seguir así las consecuencias pueden hundir a Honduras en un conflicto difícil de superar.
«No dudamos de que las manifestaciones de protesta tienen la intención de ser pacíficas, pero permitir la infiltración de elementos violentos desmerita la finalidad que persiguen y conculcan otros derechos de la población que también deben ser garantizados».
«La responsabilidad de la policía es garantizar el orden y la seguridad de toda la población. Sin embargo, algunas actuaciones policiales, pueden calificarse como de fuerza desproporcionada y con esto añaden otro elemento de gravedad a los conflictos».
Nos preocupa en gran manera el futuro de nuestra Honduras, al pensar que si problemas coyunturales no se saben resolver adecuadamente, ¿cómo podremos resolver aquellos que por ser estructurales exigen un serio ordenamiento de todos los elementos de que consta un Estado de Derecho?
Nuevo Código Penal protege a corruptos y narcos
La Iglesia Católica también señala que el nuevo Código Penal del país, recién aprobado por el Congreso, protege a los culpables de corrupción y narcotráfico al reducir las sentencias para esos delitos.
«Una Constitución violada cuantas veces convenga, unos poderes que no son para nada independientes, un Congreso que se ha convertido en un teatro de pésimos actores, dándole la espalda al pueblo. La necesidad de un poder electoral que garantice la transparencia de los sufragios y destierre de una vez por todas los delitos electorales. Unas instituciones del Estado quebradas por la corrupción, una paralización de la economía, sobre todo en el agro, una vergonzosa venta de los bienes naturales de nuestra tierra. Una falsa reforma del Código Penal, que simplemente lo convierte en un instrumento de protección a los corruptos y narcopolíticos, con apariencia de ser mejor por el hecho de endurecer las penas a los supuestamente más “peligrosos”, que acostumbran a ser los jóvenes marginados y los pobres desesperados por subsistir.
Esto, y mucho más, hace brotar de nuestros corazones un ¡Basta ya!
Compartimos la carta de la Conferencia Episcopal