-La honestidad ha sido muy estudiada por psicólogos y economistas, pero poco en la vida real -y jamás en 40 países a la vez, donde los investigadores pusieron a prueba el civismo de miles de personas a las que confiaron billeteras «perdidas».
Los resultados, publicados el jueves en la revista Science, revelan grandes diferencias entre los países: con Suiza y las naciones escandinavas punteando como las más honestas de un listado en el que Perú, Marruecos y China se situaron en los últimos tres lugares.
Sin embargo, un fenómeno importante fue observado en casi todos los países -y las 355 ciudades incluidas en el enorme estudio: mientras más alta era la suma de dinero en la cartera, más personas contactaban a su propietario.
¿Honrades?
En el promedio global, el 40% de las billeteras sin dinero fueron devueltas, así como el 51% de las que contenían dinero. La deshonestidad aparentemente no aumenta según el monto potencial de ganancia, lo que contradice la visión de un ser humano solamente motivado por el interés material.
Para el equipo de investigadores, de universidades de Zurich, Michigan y Utah, estos trabajos y otros sondeos complementarios muestran dos impulsos fundamentales del comportamiento humano: el altruismo, pero también el papel de la autoimagen y el miedo de verse a uno mismo como un ladrón.
«Cuando la gente puede beneficiarse de forma importante de un comportamiento deshonesto, el deseo de hacerlo aumenta, pero el costo psicológico de verse como ladrón también aumenta y, a veces, este último domina al primero», escriben los autores.
La experiencia, que costó 600 mil dólares, es inédita por su alcance. Más de 17.000 billeteras idénticas fueron dejadas por los asistentes de investigación en mostradores de diversas instituciones (hoteles, bancos, museos, comisarías…).
Ellos decían a un empleado haber encontrado la cartera en el suelo y le pedían ocuparse del asunto, porque estaban apurados.
Cada billetera, de plástico transparente, contenía en general tres tarjetas de presentación (con dirección de correo electrónico), una lista de compras y una llave. Algunas no tenían dinero pero la mayoría tenía lo equivalente a unos 13,45 dólares ajustados al poder adquisitivo local y en la moneda del lugar.
España quedó en el puesto 14 de los 40 países estudiados, con una tasa de devolución alrededor del 50-60%, y Argentina en el lugar 18 (40-50%). En Brasil, que se ubicó de 26, cerca del 50% de las billeteras que tenían dinero fueron devueltas frente al 35% de las que no. Mientras que en México (posición 29) regresaron más aquellas sin pesos (poco más del 20%).
– Suiza, a la cabeza –
La proporción de carteras devueltas superó el 70% en Suiza y Noruega. En China, en cambio, menos del 10% de los empleados retornaron una billetera vacía y más del 20% lo hicieron cuando tenía yuanes.
En Estados Unidos, Reino Unido y Polonia, los investigadores también dejaron billeteras con 94,15 dólares y los niveles de devolución llegaron a… 72%.
Como prueba de altruismo, aquellas billeteras que fueron dejadas sin llave fueron menos devueltas.
«Cuando hay dinero, la gente se hace la impresión de que está robando, y esa impresión crece a medida que el monto aumenta», dice Christian Zund, investigador de la universidad de Zurich.
La riqueza o pobreza relativa, por otro lado, no fue suficiente para explicar las diferencias entre países, según Alain Cohn, profesor de la universidad de Michigan.
Pero los valores culturales y el sistema político parecen influir. Por ejemplo, en países donde los lazos familiares son históricamente fuertes menos billeteras fueron devueltas -Italia, por ejemplo, parece menos cívica que Francia. Eso puede ser porque la gente se preocupa más por su círculo más cercano que por desconocidos, supone Zund.
En general, además, los países más democráticos y donde los ciudadanos sienten que son parte de la toma de decisiones puntúan más alto en honestidad cívica.
El equipo también pidió a 279 economistas predecir si las carteras serían más o menos devueltas. Menos de uno de cada tres acertó los resultados.
Lo que, según Cohn, sugiere que «incluso los expertos suelen tener una visión pesimista de las motivaciones de las personas».
Las personas son más honestas de lo que creemos, estima.
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AFP