-El escritor y analista hondureño, Oscar Estrada, hizo un análisis de contexto sobre lo ocurrido la semana anterior en el ámbito nacional, principalmente sobre la disertación de la presidenta Xiomara Castro en la Cumbre del G-77+China llevado a cabo en la ciudad de La Habana, Cuba.
En su escrito desglosa un poco la Cumbre del Grupo de los 77, de qué se habló allí y a qué se refería la mandataria de la nación centroamericana cuando habló de “bloqueo a Venezuela y Nicaragua”.
La presidenta Castro, el G77 y su respaldo a los dictadores
Análisis de contexto: 17 de septiembre de 2023
Esta semana se llevó a cabo la Cumbre del Grupo de los 77 y China (G77+China) en La Habana, Cuba. Este encuentro, realizado el 15 y 16 de septiembre, reunió a representantes de más de un centenar de naciones del Sur Global, abarcando aproximadamente el 80% de la población mundial y dos tercios de los países miembros de las Naciones Unidas.
El evento estuvo centrado en la cooperación para el desarrollo, con un enfoque particular en ciencia, tecnología e innovación. Se abordaron temas como el medio ambiente, el orden económico mundial y la guerra en Ucrania, este último llevado a la mesa, sin mucho éxito, por el presidente de Colombia Gustavo Petro, quien manifestó que lo hacía “no porque tengamos que tomar partido entre Rusia y Ucrania, sino comparar dos situaciones (que están) explícitamente en el debate mundial de hoy. ¿Cuál es la diferencia entre la guerra de Rusia y Ucrania con la de Israel y Palestina?”, preguntó.
Petro invitó al G77+China a plantear a Naciones Unidas y los poderes del mundo dos conferencias de paz “inmediatas” sobre ambas guerras, ya que, según dijo, si no se resuelve este asunto no se podrá “asumir la responsabilidad” de solucionar “varios problemas de la humanidad”, como la crisis climática.
No hubo una declaración oficial sobre la guerra de Ucrania en la Cumbre de La Habana, que no sorprende dado la composición del evento, que estuvo más centrado en el tema de la ciencia y la tecnología, en abordar desafíos como el cambio climático, la salud pública y la erradicación de la pobreza en el mundo.
En el ámbito de la gobernanza, se habló de la necesidad de un marco tecnológico internacional y se ratificó el trabajo de consorcios y alianzas para fortalecer la ciencia y tecnología en el Sur. Se propuso una reunión de alto nivel en la Asamblea General de las Naciones Unidas centrada en estas temáticas y se declaró el 16 de septiembre como el Día de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en el Sur.
Diversos líderes globales se hicieron presentes, incluidos los presidentes de Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Honduras. También asistió el secretario general de la ONU, António Guterres, quien lamentó que el mundo esté fallando a los países en desarrollo. Guterres hizo un llamado para que estos países alcen su voz en la lucha por un mundo más equitativo y señaló que las reglas para nuevas tecnologías no deberían ser determinadas únicamente por las naciones ricas.
Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, denunció las injusticias en organismos internacionales y llamó a una democratización del sistema de relaciones internacionales; el presidente colombiano, Gustavo Petro, propuso un “Plan Marshall” global para abordar la crisis climática y reformar el sistema financiero mundial. El plan Marshall original, financiado por Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial, con el objetivo de detener la amenaza comunista en el mundo, fue determinante para sacar de la crisis de posguerra a los países europeos. La propuesta del presidente Petro de un “nuevo plan marshall”, no indica quién lo financiaría, pero siendo China la potencia emergente presente en la cumbre, pues pareciera un guiño en ese sentido. Nuevamente su propuesta no logró mucho.
Nicolás Maduro enfatizó en la Cumbre que el siglo XXI debería pertenecer a los pueblos del Sur y pidió una cooperación más estrecha en áreas como educación, ciencia y tecnología. Él, y su homólogo de Nicaragua, también presente en la Cumbre, evitaron hablar de elecciones libres y respeto a los Derechos Humanos, un tema que tampoco era de interés en el evento.
Pero la oportunidad no fue desaprovechada por la presidenta Xiomara Castro de Honduras, quién en su declaración manifestó —nuevamente— su respaldo a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. “¿De qué serviría el G77, el Banco Mundial, la Celac y la Organización de las Naciones Unidas si no somos capaces de eliminar los injustos bloqueos o sanciones impuestas, la neo-esclavitud, el neocolonialismo, la hegemonía del capital sobre el ser humano y las guerras promovidas por el complejo industrial militar que causan tanto sufrimiento y dolor en el mundo”, dijo, agregando que “la globalización muestra un balance negativo para nuestros países, y ahora venimos ante ustedes a proponer la unidad y un nuevo orden que considere (entre otros aspectos): que los países miembros del G77+China nos comprometamos a rechazar y no cumplir con medidas coercitivas, como sanciones o bloqueos contra nuestros países miembros, denunciamos enérgicamente el injusto bloqueo contra Venezuela y Nicaragua”.
No me queda claro a qué “bloqueo” se refiere exactamente la presidenta Castro en su discurso, debemos suponer, ya que mencionó Nicaragua y Venezuela, que habla sobre las sanciones impuestas a ambos países principalmente por Estados Unidos, la Unión Europea y otros actores internacionales, debido a las violaciones a los Derechos Humanos, incluidas detenciones arbitrarias, tortura y uso excesivo de la fuerza contra manifestantes (en el caso de Nicaragua hay un saldo de 350 asesinatos), la falta de democracia, transparencia y justicia en las elecciones y procesos políticos, la corrupción y, en el caso de Venezuela, también cuestiones relacionadas con actividades ilícitas como el narcotráfico, donde pesa una orden de captura internacional contra el Presidente Maduro por su vínculo con el Cartel de los soles.
Bruce Bueno de Mesquita, autor junto a Alastair Smith, abordan el tema de la ayuda financiera internacional a dictadores en su libro The Dictator’s Handbook. De acuerdo con los autores, los líderes dictatoriales a menudo reciben apoyo financiero de la comunidad internacional a pesar de sus prácticas autoritarias y, en ocasiones, violaciones a los derechos humanos. La tesis principal de The Dictator’s Handbook es que los líderes, ya sean democráticos o dictatoriales, actúan principalmente para mantenerse en el poder. Para lograrlo, necesitan mantener satisfecho a un “grupo de apoyo” dentro de su país, que a menudo es significativamente más pequeño en regímenes dictatoriales que en democracias. La ayuda financiera internacional, presentada con los objetivos más altruistas, a menudo facilita este objetivo al proporcionar a los líderes recursos adicionales que pueden usar para comprar lealtades, ya sea mediante patronazgo directo, la creación de empleos o la entrega de bienes y servicios a su base de apoyo.
En este contexto, la ayuda financiera puede incluir préstamos, donaciones y otros tipos de apoyo financiero —que la presidenta Castro reclama se ha bloqueado a Venezuela y Nicaragua—, se convierte en una herramienta que el dictador puede usar para consolidar su poder.
De Mesquita y Smith argumentan entonces que, en lugar de promover la democratización o mejorar el bienestar del pueblo, la ayuda financiera a menudo tiene el efecto contrario: fortalecer el régimen autoritario al hacer que el líder sea menos dependiente de su población para los recursos que necesita para mantenerse en el poder.
Por lo tanto, The Dictator’s Handbook sugiere que la ayuda financiera internacional a menudo puede ser contraproducente para los pueblos, si el objetivo es fomentar la democracia y el respeto por los derechos humanos. En cambio, esta ayuda suele permitir que los líderes dictatoriales refuercen su poder y continúen con prácticas autoritarias que, a juzgar por el reclamo de la presidenta Castro, parece ser su verdadero tema de interés.