Radio América. El líder de la iglesia católica en Honduras, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, en su mensaje de la homilia este domingo se refirió a la parábola del «deudor que no perdona», haciendo una relación a la vida nacional del país en temas como la política y la apertura inteligente.
“El odio es como el cáncer que corroe a la persona y envenena las relaciones humanas”, inició diciendo, luego de meditar en el versículo 21 y 22 del capítulo 18 de Mateo.
El arzobispo de Tegucigalpa comentó que hoy día se está hablando mucho de la apertura inteligente de la economía en Honduras, cuando en algunos aspectos es lo que más falta.
“Vemos tanta persona que irresponsablemente no están siguiendo las medidas de bioseguridad” sin ver el ejemplo de algunas naciones grandes y ciudades que quisieron volver a normalizar sin ninguna precaución volviendo el contagio.
En ese sentido meditó diciendo que la vida en el planeta no será jamás igual después de esta pandemia. “No pensemos que va a terminar al final de este año porque mágicamente va a aparecer una vacuna”.
Elecciones y apertura inteligente
Una apertura inteligente, enfatizó, comienza por una apertura sabía de la persona humana.
En un giro de tema, concatenando, continuó diciendo que en Honduras muchos están mirando con atención esta jornada de convocatoria a elecciones en una Ley Electoral “que va y viene” sin honestidad y verdad.
“La mentira nunca nos podrá conducir a la paz porque la mentira es hija del diablo”, expresó.
“Ojalá entiendan los políticos que la apertura inteligente les toca sobre todo a ellos en esta etapa” de la vida hondureña, en el marco de un nuevo proceso a comicios.
Perdón
“No piensen que una apertura inteligente será volver a las mismas maniobras del pasado, con la mentira y el odio”, dijo el líder religioso.
Señaló que no reconciliarse consigo mismo no les permitirá ser buenos político. “La apertura inteligente no es querer tapar el sol con un dedo”, subrayó, precisando que de no practicarse una sabia apertura “jamás se podrá efectuar en el futuro”.
Meditó diciendo que la situación del perdón es una experiencia humana fundamental, porque si no conocemos el gozo de ser perdonados se corre el riesgo de no crecer como persona.
“En muchas ocasiones he oído la frase: ni olvido ni perdón”, lamentó el cardenal, invitando a diferenciar entre disgusto, enfado e indignación por la injusticia. Eso no debe traducirse en odio, rencor ni venganza “porque son instintos de muerte que dañan”, agregó.
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