(AFP) – El presidente sudanés, Omar Al Bashir, afronta un inédito movimiento interno de rechazo desde hace tres semanas pero tiene el apoyo de países aliados, preocupados por la estabilidad de una región ya devastada por numerosos conflictos.
«Todas las partes en la región» de Medio Oriente «están enfrentadas, pero coinciden en lo que respecta a Beshir» opina Abdelwahab al Affendi, universitario en el Doha Institute for Graduate Studies.
Estos países abogan por la continuidad en este país árabe del norte de África porque cualquier «alternativa podría serles desfavorable».
Desde diciembre los manifestantes sudaneses han tomado las calles tras la decisión del gobierno de triplicar el precio del pan mientras la economía del país ha sido golpeada por una falta de divisas y una inflación del 70%.
Las protestas que en un inicio se ubicaban en pueblos y ciudades, rápidamente llegaron a la capital, donde se convirtieron en manifestaciones contra del régimen. Al menos 22 personas han muerto desde el inicio de los disturbios.
Beshir se enfrenta así a su mayor desafío desde que llegara al poder en 1989, según los expertos, pero al mismo tiempo tiene el apoyo de sus grandes aliados en la región, como Egipto, Arabia Saudita y Catar.
– «Presiones económicas» –
«Egipto apoya totalmente la seguridad y la estabilidad de Sudán, que son fundamentales para su seguridad nacional» declaró la semana pasada el presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi.
Egipto, Catar y Arabia Saudita «se oponen a cualquier insurrección» en Sudán, según Affendi. «Consideran que si ello ocurre, ellos serán los próximos» de la lista, pensando en la Primavera Árabe de 2011.
La economía de Sudán padeció mucho el embargo impuesto en 1997 por Estados Unidos por su presunto apoyo a grupos yihadistas. El régimen había acogido a Osama Bin Laden en los años 1990.
Luego, una reforzada cooperación con Washington permitió que se levantara ese embargo en 2017 pero, según los expertos, no ha dado los resultados esperados. Además Estados Unidos mantiene a Sudán en la lista de países que apoyan al «terrorismo».
Por ello, Sudán debe hallar nuevos socios.
En diciembre de 2018, poco después de que se iniciara el movimiento de protestas en Sudán, Baschir se reunió con su homólogo sirio Bashar al Asad en Damasco, convirtiéndose en el primer jefe de Estado árabe en viajar a Siria desde el inicio de la guerra en 2011.
Según expertos, la idea de Sudán es acercarse a Rusia, cercano aliado al régimen de Damasco.
– Puerta de entrada a África –
En 2016, el presidente sudanés dejó de lado a su aliado iraní para sumarse con Arabia Saudita a la coalición que lucha en Yemen contra los rebeldes hutíes.
Según la prensa, centenares de soldados sudaneses combaten con la coalición en Yemen.
Otras potencias, como China, han invertido miles de millones en Sudán en las últimas décadas.
«Para países como China y Rusia, Sudán es una puerta de entrada para África» explica un diplomático europeo que requiere el anonimato. «Nadie quiere que Sudán se hunda», agrega.
Aunque Estados Unidos y la Unión Europea «no apoyan a Bashir» –buscado por la Corte Penal Internacional (CPI) por acusaciones de crímenes de guerra en Darfur (oeste)– sí trabajan con Jartum para asegurarse que «Sudán se mantiene estable», indica este fuente.
La situación estratégica de Sudán, en el Cuerno de África, es otra baza importantes para Bashir, según los expertos.
© Agence France-Presse