(AFP). Un numeroso contingente militar mantuvo cerrado este lunes el paso en el principal cruce fronterizo entre Venezuela y Colombia, donde estallaron disturbios por tercer dÃa consecutivo. A un costado, civiles chavistas estaban listos para bloquear junto con los uniformados a manifestantes que pedÃan pasar.
«Si nos atacan, atacamos (…). Nosotros queremos paz, pero si ellos quieren guerra, guerra tendrán», dijo a la AFP uno de ellos, Carlos Cacique, en el puente Simón BolÃvar, que comunica a San Antonio con la ciudad colombiana de Cúcuta.
Vistiendo una gorra con la imagen del fallecido expresidente socialista Hugo Chávez, Carlos prometÃa «resistir»; mientras, decenas de muchachos -muchos encapuchados- exigÃan a gritos que les dejaran atravesar el puente desde Colombia a Venezuela.
El hombre de 48 años, sin alterarse, se declara dispuesto a todo para evitarlo.
A pocos metros, con trapos rojos amarrados en el brazo izquierdo a manera de brazaletes, un grupo de oficialistas tenÃa preparadas piedras y cocteles molotov a la vista de militares y agentes de policÃa. La mayorÃa eran jóvenes y expresaban su completa adhesión al gobierno del mandatario Nicolás Maduro. «¡Leales siempre, traidores nunca!», clamaron.
Unas horas después, entre gases lacrimógenos disparados por agentes de la Guardia Nacional, explotó la violencia.
La escena es habitual desde el sábado, cuando el lÃder parlamentario opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por medio centenar de paÃses, esperaba que cruzaran las fronteras cargamentos de alimentos básicos y medicinas en ayuda humanitaria.
El gobierno de Maduro los bloqueó, denunciando esa asistencia como un pretexto para una invasión militar.
Al menos cuatro muertos y 300 heridos se han registrado en las fronteras con Colombia y Brasil, según la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que condenó «el uso excesivo de la fuerza».
La oposición responsabiliza a militares y a los «colectivos», grupos civiles que denuncia como bandas armadas. Un equipo de la AFP constató el sábado ataques de individuos con armas de fuego a manifestantes en San Antonio.
– «Dar la vida» –
Carlos no porta armas. Parece un hombre tranquilo, dedicado a cultivar hortalizas y verduras para sacar adelante a sus tres hijos en Rubio, una población cercana de unos 60.000 habitantes.
Sin embargo, con tono amable, advirtió: «Aquà estaré, rodilla en tierra, y si hay que dar la vida por la patria, la daremos (…). Téngalo por seguro».
Llevaba dos dÃas en el puente Simón BolÃvar. AllÃ, el Estado le provee comida a él y al resto del grupo oficialista, asà como alojamiento.
Algunos incluso duermen, contó, en el comando de la Guardia Nacional.
Carlos cree que la ayuda humanitaria gestionada por Guaidó no es más que una «excusa» para una intervención militar con la que Estados Unidos «busca apropiarse de las riquezas» del paÃs con las mayores reservas petroleras.
Exmilitar, menudo y delgado, Carlos aseveró que participó como soldado en el fallido golpe de Estado comandado por Chávez en 1992. A raÃz de ello, relató, le dieron de baja.
Dos hermanos suyos son integrantes de la Guardia Nacional.
– «Bloqueo» –
Carlos también es vÃctima de la devastadora crisis venezolana, con escasez de medicinas y productos básicos y una hiperinflación proyectada en 10.000.000% para 2019 por el FMI.
Reconoce que a veces se ha tenido que «quitar la comida de la boca» para alimentar a sus hijos.
No obstante, Carlos exculpa a Maduro, heredero polÃtico de Chávez, al considerar que las penurias se deben a «una guerra económica» impulsada por adversarios del mandatario para hacer colapsar a Venezuela.
«Si Estados Unidos nos quita el bloqueo, aquà tenemos cómo vivir tranquilamente», dijo al referirse a sanciones financieras impuestas por Washington a Venezuela y la estatal petrolera PDVSA.
Saca su billetera, con orgullo, para mostrar fotos de sus hijos cuando eran bebés.
Porta igualmente una fotografÃa de Chávez, a quien recuerda con fervor: «Ese hombre donde se paraba, le daba a uno energÃa. Chávez era Chávez».
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