“La Presidencia de Honduras tiene valores, principios, dignidad. No un precio. No he sido, no soy, ni seré amigo de ninguno de estos delincuentes, y continuaré mi lucha hasta el último día de mi Gobierno, cueste lo que cueste”.
Estas palabras fueron pronunciadas por el presidente Juan Orlando Hernández recientemente en el Congreso Nacional, donde se presentó un informe anual de labores.
“Mi familia y yo estamos pagando ese precio. Estoy recibiendo calumnias basadas en testimonios de estos narcotraficantes a los que hemos capturado y otros que se han entregado porque sabían lo que les esperaba en mi Gobierno, tienen únicamente el fin de venganza”, señaló el mandatario.
Los logros de mi administración –agregó–, hablan más que las palabras de asesinos confesos, que hoy, para lograr rebajas en sus penas y que les devuelvan sus bienes, o por venganza, son capaces de vender hasta su alma.
Hernández también señaló que hoy Honduras no es ni sombra del país violento dominado por estos delincuentes, como sí lo era cuando empezamos esta lucha.
“Pero a veces escucho historias tan ingenuas, ridículas, que realmente es sorprendente que algunas personas puedan avalar este tipo de historias fantasiosas, con guiones ingenuos y absurdos”, dijo el mandatario en su discurso de la cuarta legislatura.
“Estamos claros que este es el precio que tenemos que pagar, pero déjenme decirlo alto y claro, que si pudiera retroceder el tiempo volvería a tomar las mismas decisiones sin ninguna duda”.
“Serían exactamente las mismas decisiones, porque hasta el día de hoy me niego a que Honduras sea un país de narcotraficantes. Quién dijo miedo”, dijo el presidente Juan Orlando Hernández.
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