Radio América. Los miembros de organizaciones misquitas solicitaban este miércoles la revisión de los protocolos de seguridad a los barcos de pesca a pocos días del inicio de la temporada de caza de langosta en Honduras.
Temen encallar y en el peor de los casos naufragar como sucedió en la tragedia marina de julio de 2019 con la pérdida humana de 27 pescadores artesanales.
La exigencia tradicional en los últimos años ha sido esa, sin embargo, en esta ocasión se suma la preocupación del brote de la enfermedad del coronavirus.
“Exigimos se haga la prueba minuciosa de la COVID-19 a cada buzo misquito”, manifestó el representante Robbie Morales de la organización indígena misquita Masta.
“Nos preocupa pues la región de La Mosquitia está contaminada exageradamente”, expresó el dirigente, insistiendo en no dejar abordar a ningún hombre sin someterse al proceso.
Cabe mencionar que el próximo 1 de agosto finaliza la veda o prohibición para que los buzos de la pesca de caracol, camarón y langosta puedan realizar sus labores en el caribe hondureño.
En medio de la alegría por la apertura de la pesca y la posibilidad de mejores ingresos, los organismos étnicos solicitan una garantía a las autoridades para la bioseguridad de dichos obreros.
Honduras en la actualidad roza los 1,000 muertos por COVID-19 y supera los 35,000 contagiados. En el caso del departamento de Gracias a Dios el virus ha alcanzado la vida de 281 personas, de las cuales cuatro han perdido la vida.
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