New York, 5 de febrero de 2024
Es imposible en Honduras no tener una opinión en el caso que se sigue contra Juan Orlando Hernandez y Juan Carlos Bonilla, me atrevo a decir incluso, en Latino América y, en la gran mayoría, esa opinión es desfavorable. Basta navegar por las redes sociales para ver que “todos” (argumentum ad populum) están convencidos que JOH y El Tigre son culpables. El razonamiento desde donde parte la opinión pública no es del todo descabellado: lo dice el fiscal, lo dice la DEA y si se los llevaron es “porque hay pruebas contundentes”. Seguramente el fiscal de la corte del Distrito Sur presentará pruebas sustanciales que confirmarán que —en efecto— Juan Orlando Hernández y Juan Carlos Bonilla son culpables de los delitos que les imputan; seguramente, a partir de la próxima semana, veremos repetir una y otra vez, la historia de cómo JOH colaboraba con su hermano Tony, cómo le protegía, lo mandaba a negociar en su nombre con los grandes capos del país y la región, hablarán de la reunión de Tony con el Chapo, de cómo Tony mandó al Tigre a matar a Franklin Arita y cosas por el estilo. Nada de eso hemos visto aún y sin embargo, estamos seguros estamos de su culpabilidad. ¿Cuál es el sentido entonces del juicio? Esa es la lógica que encierra a quienes por redes sociales y medios de comunicación “recomiendan” al expresidente declararse culpable y ahorrarnos, a todos, ese drama desgastante. JOH, en nuestra opinión, ya fue condenado. No ocupamos pruebas para saberlo.
Los juicios de este tipo, en el sistema judicial norteamericano, pasan por el veredicto de un jurado, un conjunto de 12 ciudadanos y ciudadanas que, desde su carácter de personas “promedio”, juzgarán a los dos altos funcionarios hondureños. Y lo que el abogado Stabile, de la defensa de JOH, nos está diciendo en este escrito presentado ayer, es que estas 12 personas, al igual que todos los hondureños, también tienen una opinión ya formada al rededor de este caso, y que esa opinión podría limitar su capacidad de juzgarlos de manera imparcial.
El abogado Stabile argumenta que el posible jurado para su cliente —como nosotros— podría tener un sesgo basado en la información que han recibido del caso. Afirma que la amplia cobertura mediática (principalmente) negativa, sobre el caso de JOH, en los medios de comunicación estadounidenses, podría haber creado una predisposición negativa en los posibles jurados. Incluye como ejemplos algunos titulares sensacionalistas o informes que sugieren la culpabilidad de JOH sin evidencia sólida, basados únicamente en lo que el periodista ha percibido, en lo que les ha llegado desde Honduras o lo que la DEA y el Fiscal han dicho en este proceso de más de 4 años. Esto, afirma Stabile, podría influir en la percepción del jurado sobre la inocencia o culpabilidad de JOH, antes de que comience el juicio. La familia de Juan Orlando Hernández han hecho un intento, para cambiar esa percepción de culpa que existe sobre él. Sin embargo, si bien han tenido modestos resultados, el esfuerzo ha sido insuficiente.
Si algunos miembros del jurado han seguido de cerca la cobertura mediática del caso y han formado opiniones preconcebidas sobre la culpabilidad de JOH, afirma Stabile, esto podría llevar a un sesgo en su capacidad para ser imparciales durante el juicio. Cierto es que los jurados con opiniones firmes podrían ser menos propensos a considerar la evidencia presentada en el juicio de manera objetiva. Esto se llama, según Daniel Kahneman, autor de Thinking Fast, Thinking Slow (Pensar rápido, pensar despacio) “sesgo de confirmación” y se explica como la tendencia de las personas a buscar, interpretar y recordar información de una manera que confirma sus creencias o opiniones preexistentes, mientras que tienden a pasar por alto o minimizar la información que contradice esas creencias.
El “sesgo de confirmación” es uno de los grandes problemas que sufrimos sociedades altamente informadas como las nuestras. En el contexto de un juicio, los jurados con opiniones firmes pueden estar sesgados por su tendencia a buscar y dar más peso a la evidencia que respalda sus creencias preexistentes sobre la culpabilidad o inocencia del acusado, y pueden pasar por alto o minimizar la evidencia que va en contra de esas creencias. Esto puede dificultar su capacidad para considerar la evidencia de manera objetiva y justa.
Dice además Stabile, que dado que JOH es una figura política destacada en Honduras, algunos jurados potenciales podrían tener opiniones políticas que influyan en su percepción del caso. Por ejemplo, si un jurado tiene una opinión negativa sobre JOH debido a su afiliación política (si esa persona es demócrata o de ideología liberal, si apoya más a Trump o a Biden) o tiene percepciones sobre los gobiernos de Centro América, como gobienos corruptos y “Estados fallidos”, esto podría sesgar su capacidad para juzgar el caso de manera imparcial.
Esto se llama, en psicología del comportamiento: “sesgo de afinidad política” o “sesgo político”. El sesgo político es un fenómeno estudiado en psicología social y puede tener un impacto significativo en cómo las personas perciben y toman decisiones sobre cuestiones políticas y legales. Se refiere a la tendencia de las personas a tomar decisiones y formar opiniones basadas en su afiliación política o en la identificación con un partido político en particular y no necesariamente sobre la información que se les está presentando.
En el caso del juicio que estamos siguiendo, si un jurado potencial tiene una opinión negativa sobre Honduras, o sobre JOH, o sobre los conservadores en general, debido a su afiliación política o percepciones políticas preexistentes, esto podría influir en su capacidad para juzgar el caso de manera imparcial. Este sesgo puede llevar a una evaluación sesgada de la evidencia o a un juicio basado en creencias políticas en lugar de consideraciones legales objetivas.
El abogado Stabile también argumenta que la crisis migratoria en Estados Unidos y la percepción sobre la inmigración desde la frontera sur podrían influir en la opinión de los jurados. Si un jurado tiene opiniones preconcebidas negativas sobre la inmigración o asocia el caso de JOH con la inmigración irregular, esto podría sesgar su percepción del caso. Por ejemplo, si considera que la migración es un problema en la ciudad de Nueva York, porque en Centro América los gobernantes son corruptos y violentos, podría ver que Juan Orlando Hernández es responsable del problema y juzgarlo desde esa idea.
Este fenómeno que describe Stabile también tiene un nombre, es “sesgo de inmigración”. Este es un concepto de la psicología social que se refiere a la tendencia de las personas a desarrollar actitudes, creencias o prejuicios positivos o negativos hacia los individuos o grupos de inmigrantes, basándose en estereotipos, prejuicios o percepciones relacionadas con la inmigración en general. Este sesgo puede manifestarse en estereotipos, prejuicios, ya sean positivos o negativos. Puede influir en las decisiones que las personas toman en una variedad de situaciones, como empleo, educación, vivienda y juicios legales. Nuevamente, en este juicio, un jurado podría tomar decisiones basadas en ese prejuicio o estereotipo sobre el origen étnico o la nacionalidad del acusado.
El cuestionario propuesto por la defensa de Juan Orlando Hernández también hace hincapié en las experiencias personales del posible jurado. Considera que, algunos miembros del jurado, podrían tener experiencias personales relacionadas con el narcotráfico o la corrupción que podrían sesgar su percepción del caso de JOH. Por ejemplo, si alguien ha tenido experiencias negativas con el narcotráfico en el pasado, ya sea él o un familiar, podría ser más propenso a creer en la culpabilidad de JOH, sin considerar la evidencia de manera imparcial. O si ha tenido una mala experiencia con la policía, podría ver la figura de Bonilla como culpable, sin siquiera evaluar la prueba.
El abogado Renato Stabile argumenta su solicitud presentando más de 213 notas de distintos portales y periódicos en inglés, que han cubierto la historia desde sus inicios, abordando el tema tanto de la investigación y juicio contra Tony Hernández, hasta la investigación, extradición y proceso judicial contra el propio ex presidente, así como la crisis post electoral de 2017 en Honduras, la corrupción, la violencia y crisis migratoria. La defensa argumenta que esta cobertura mediática ha sido abrumadoramente negativa y ha incluido acusaciones y testimonios falsos, lo que podría influir en la imparcialidad del jurado, habiendo creado un sesgo en su contra.
El uso de cuestionarios escritos para la selección de jurados en juicios federales no es infrecuente, y su implementación depende en gran medida de la discreción del juez que preside el caso. En casos de alto perfil, complejos o con posibles prejuicios significativos entre los jurados potenciales, los jueces pueden optar por utilizarlos para identificar cualquier sesgo o prejuicio que pueda influir en la imparcialidad de un jurado.
La defensa busca entonces, seleccionar un jurado que sea más favorable y perceptible a los argumentos que presentarán durante el juicio. Porque claro está, si se identifica un sesgo en contra, se puede también buscarse un sesgo a favor.
Y para terminar, un sesgo de clase que tenemos, es pensar que solo el jurado (civis vulgaris) tiene sesgos, desconociendo que, también lo tenemos los periodistas, abogados y jueces, y que esos sesgos nos impide ver también la información de manera imparcial. Estar consciente de nuestro sesgo será, entonces, el primer reto a seguir en esta cobertura.
Tomado de https://oscarlestrada.com/blog/f/del-sesgo-en-el-caso-de-joh-y-el-tigre
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