Radio América. El diputado por el departamento de Intibucá, Rumy Bueso, alertó de la presencia de pandilleros salvadoreños sembrando el temor en varios municipios de la zona, luego que el Congreso Nacional de ese país declaró estado de excepción y combate contra estas organizaciones delictivas.
Los municipios que más sufren el embate de las pandillas salvadoreñas son Colomoncagua, Magdalena, San Antonio, todos del departamento de Intibucá, Honduras.
En ese sentido, el congresista pide a la presidenta Xiomara Castro y a los ministerios de Seguridad y Defensa que implementen acciones en defensa de los hondureños, así como la construcción de una aduana para evitar el uso de puntos ciegos, que favorecen el contrabando.
“Pedimos más seguridad para estos municipios, porque desde años atrás tienen presencia de mareros”, instó. Además, dijo que hay pandilleros que se han apropiado de casas y propiedades, por tanto, esta gente ha migrado a La Esperanza e Intibucá ya que temen por sus vidas.
La asamblea legislativa de El Salvador aprobó la madrugada del domingo una ley del estado de excepción para hacer frente a una tasa de homicidios en espiral, impulsada por las pandillas Barrio 18 y MS-13, luego de que las fuerzas policiales del país reportaran 62 homicidios el sábado.
Los derechos constitucionales, incluida la libertad de asociación y el derecho a una defensa patrocinada por el estado en los tribunales, se suspenderán por 30 días para atacar mejor a los grupos criminales, según el decreto. Las fuerzas de seguridad también podrán interceptar llamadas telefónicas y mantener a los sospechosos en detención preliminar durante períodos de tiempo más prolongados en virtud del nuevo decreto.
“Le hemos cumplido al pueblo salvadoreño”, tuiteó Ernesto Castro, presidente de la asamblea legislativa, tras el anuncio del decreto de gobierno. “Aprobamos el #RégimenDeExcepción que permitirá que nuestro Gobierno proteja la vida de los salvadoreños y enfrente de manera frontal a la criminalidad”.
El Salvador tiene una larga historia de grupos del crimen organizado que luchan contra las fuerzas de seguridad y entre ellos para controlar el territorio y las rutas de la droga en Centroamérica. El pequeño país centroamericano, aproximadamente del tamaño del estado estadounidense de Massachusetts, lideró el mundo por la cantidad de homicidios relacionados con el tamaño de su población durante varios años seguidos en la década de 2010.