Hemos cumplido 3 meses y medio de esta pesadilla que se llama COVID-19. El virus se ha seguido propagando y peor aún, acelerándose en las últimas semanas, concentrándose principalmente en los departamentos de Cortés y Francisco Morazán, que en conjunto representan más del 80% de las personas afectadas, asà como también ha aumentado el número de fallecidos. La mayorÃa de la actividad económica prácticamente ha estado paralizada, tanto a nivel del sector formal como informal, con las tremendas secuelas que todos conocemos.
A nivel de las personas, el prolongado periodo de confinamiento les está generando pensamientos negativos por el estrés, pesimismo y angustia ante la incertidumbre de cuánto tiempo más continuara este calvario, su pérdida de ingresos y las serias limitaciones para atender las necesidades básicas de su familia. Esto puede ser sumamente peligroso al provocar un estado depresivo y la toma de acciones para poder sobrevivir.
En cuanto a los negocios—individuales o empresariales de todo tamaño–, la situación se puede catalogar de similar. La mayorÃa no ha podido realizar sus operaciones normales, se ha visto en la necesidad de suspender o despedir parte de su personal y tomar medidas heroicas para evitar el cierre. Los gastos fijos que tienen la mayorÃa de los negocios han estado siendo cubiertos por las reservas de liquidez o por la moratoria en el servicio de la deuda o por financiamiento adicional obtenido del sistema financiero. Pero esta situación no puede continuar por mucho tiempo más, pues los efectos negativos sobre los negocios se han magnificado y el costo para la economÃa es incalculable.
Pero dentro de este panorama sombrÃo, todos tenemos que sacar fuerzas de nuestro interior y encender la llama de la esperanza de que aunque saldremos muy dañados de la crisis, siempre tendremos el ánimo y la fortaleza para seguir adelante e iniciar el duro proceso de recuperación personal y de los negocios, redoblando esfuerzos para lograrlo. No será tarea fácil pero no imposible.
En este entorno es importante que los lÃderes del gobierno y los polÃticos se pongan la mano en la conciencia, que entiendan la gravedad de la situación y de que no pueden seguir haciendo lo mismo de siempre, porque entonces seguiremos teniendo los mismos resultados de siempre: pobres servicios de salud y educación, corrupción e impunidad, desempleo, pobreza incremental y mayor desigualdad. Entender que se necesita una cirugÃa mayor para que el Estado cumpla con su deber constitucional de velar por el bienestar de todos los hondureños, sin ninguna discriminación.
Esa reingenierÃa integral debe dirigirse a fortalecer la institucionalidad, que se cumpla con la alternabilidad en el ejercicio del poder y que los tres poderes del Estado sean complementarios e independientes, sin subordinación ente sÃ. ¿Por qué no reducir el número de diputados, tanto propietarios como suplentes o retirarnos del Parlamento Centroamericano y de la Corte Centroamericana de Justicia, cuyas resoluciones no son vinculantes? Estas decisiones tendrÃan un impacto positivo en la ciudadanÃa y en el accionar del Estado. Es vital tener un gobierno pequeño pero eficiente, que se castigue a los corruptos y que luchemos todos por una Honduras solidaria.