El hondureño Juan Ramón IrÃas, superviviente del huracán FifÃ, que hace 50 años azotó con mayor fuerza la zona norte de Honduras, recordó este sábado los «hechos terribles» que vivió entonces, al caminar unos 24 kilómetros con el agua arriba de las rodillas.
«Después de 50 años que se están cumpliendo en este mes de septiembre guardamos aún en la memoria hechos terribles», dijo IrÃas a EFE en su casa, acompañado de su esposa, Reina Pineda, en el populoso barrio Céleo González, cercano a San Pedro Sula, norte.
Hacia el 19 de septiembre de 1974, IrÃas, trabajador social, salió a pie desde San Pedro Sula con su amigo Rosendo Cárcamo (recién fallecido), hacia la ciudad de El Progreso, en busca de sus padres, porque la población estaba amenazada por la descomunal inundación causada los dÃas 17 y 18 por el FifÃ, que hasta entonces era el huracán que más daño habÃa dejado en Honduras en toda su historia.
Algunas fuentes oficiales registran que los muertos sumaron 10.000 y que las pérdidas a la infraestructura y producción agrÃcola fueron millonarias, en un paÃs que entonces estaba poco desarrollado y su población era menos de la mitad de los diez millones de habitantes que tiene actualmente.
IrÃas recordó que sortearon muchos obstáculos, como cruzar colgados de cuerdas o cables tensados algunos puentes, cuyas cabeceras habÃan sido arrancadas por las embravecidas aguas, y momentos como cuando algunas personas, que «no aguantaban, caÃan y eran arrastradas».
Todo el Valle de Sula, uno de los más productivos de Honduras, parecÃa un mar por las copiosas precipitaciones durante dos dÃas a causa del FifÃ, causando el desbordamiento de caudalosos rÃos como el Chamelecón y el Ulúa, entre otros, que desembocan en el Caribe.
Para llegar desde San Pedro Sula a El Progreso, pasando por el municipio de la Lima, habÃa que caminar 27 kilómetros.
IrÃas y Cárcamo vieron a muchas personas muertas flotando, lo mismo que animales, árboles, vehÃculos y serpientes nadando, entre muchas otras cosas difÃciles de olvidar.
Algunas personas de las centenares que caminaban solas o acompañadas fueron arrastradas y quedaron atrapadas en cercas de alambre de púas de potreros, donde varias murieron y otras sobrevivieron.
Su madre rescatada por socorristas de zona de riesgo
Después de unas ocho horas caminando lentamente, sin levantar los pies para no perder el equilibrio y el temor a ser arrastrados, y sus zapatos desechos, IrÃas y Cárcamo, y las demás personas en ruta, llegaron a un puente conocido como La Marimba, a tres kilómetros de El Progreso, que fue como una isla de salvación.
A primeras horas del dÃa siguiente, socorristas con tractores y volquetes llegaron desde El Progreso a rescatar a todos los que estaban en La Marimba.
En El Progreso, según el relato de IrÃas, a su madre, Faustina Jiménez, campesina, la encontró en la plaza central, hasta donde fue llevada a la fuerza por socorristas, porque no querÃa salir de su casa, en una zona de alto riesgo.
«Esos episodios marcan unas heridas muy profundas», acotó IrÃas, quien 46 años después vivió otra situación similar a la del FifÃ, causada por los huracanes Eta e Iota en el 2020, que en la primera quincena de noviembre azotaron a Honduras, dejando mucha destrucción en todo el paÃs.
La casa de IrÃas y todas las del barrio Céleo González, quedaron inundadas de lodo y basura putrefacta, perdiendo además todas sus pertenencias.
IrÃas, junto a su esposa, y sus hijos Victoria del Carmen, Sucel Elizabeth, Julia Faustina y Carlos Ramón, han estado unidos en la tragedia causada por Eta e Iota, que dejaron alrededor de un centenar de muertos en Honduras, uno de los paÃses del mundo más vulnerables a desastres naturales, situación que empeoró tras el paso demoledor del huracán Mitch, escala 5 Saffir-Simpson, en 1998, el más letal que ha sufrido el paÃs. EFE